lunes, 18 de junio de 2007

Memorias Recientes

Desde que apareció el primer rumor y luego la confirmación de que The Police haría el número de apertura de los premios Grammy 2007, se auguraban la reunificación y la gira. *M* y yo estabamos expectantes de ver la transmisión en directo. Aunque parecía que cada quien la vería en su propia casa, ella llegó esa noche, y comenzamos a esperar, impacientes.

No tengo en casa televisión por cable, pero un canal abierto local, CityTV, iba a retransmitir. El historial de transmisiones de ceremonias en el país no sentaba un muy buen precedente, pues los comentaristas locales, gracias a la influencia de décadas de la verborreica tradición narratoril del fútbol, creen que si no hablan sin parar durante toda la transmisión, no están haciendo bien su trabajo. Y la mezcla de audio suele ser lo suficientemente alta como para nunca poder discernir las palabras en inglés por encima del sonido de la traducción necesariamente incompleta y deficiente.

Sin embargo, daba algo de esperanza que junto a Isa, la presentadora de CityTV, habían anunciado que los comentarios estarían a cargo de Alejandro Marín, un melómano que habla por La W y que tiene un muy respetable acervo de conocimientos musicales.

Por suspuesto el VHS estaba listo para grabar a un toque del remoto. Los presentadores hablaban lo de siempre, las expectativas, quienes se presentarían en vivo, etc. *M* y yo suponíamos que lo hacían mientras empezaba la transmisión. De un momento a otro la pantalla corta a una toma del auditorio, y en un segundo corta de nuevo a estudio. Los desubicados presentadores reaccionan dos segundos tarde y mientras la imagen cambia de nuevo, dicen: Tenemos imágen, ya tenemos imagen en vivo desde...


—Al fin!...

Si no fuera porque ¡¡¡LA CANCIÓN YA IBA A LA MITAD!!! El tarado del master del canal ponchó la transmisión a medio minuto de que la banda hubiera empezado a tocar. Y al poco, acabó la canción. Para máxima congoja, por como hicieron la venia fue evidente que no habría segunda canción, ni un regreso en un momento posterior de la ceremonia, aunque yo me resistía a creer que eso hubiese sido todo.

*M* y yo nos miramos perplejos. Seguidamente vinieron numerosas muestras de exasperación, tristeza, frustración e ira. Principalmente de mi parte. A ella le pareció más patético que cualquier cosa, y le causó un poco de risa. Tan solo respandía mis injurias al televisor con sobitos en la cabeza y compasivas expresiones de "pobrecito, ya, ya".

Luego vinieron los chascarrillos del actor Jamie Fox, en lo que ninguno de los dos tenía mayor interés. Retrocedí la cinta y vimos lo que quedó grabado un par de veces: El recuerdo de una transmisión chambona que nos hizo agridulce uno de los momentos más emocionates y anticipados de la vida.

Eso sí, la cara exultante de Stewart Copeland en ese escenario fue algo que no tiene precio. ¡Que emoción tan h...! Sting, bueno, lo usual... y Andy estaba un poco tenso, se le notaba la mandíbula rígida.

Al final, no todo fue pérdida. Como hombre precavido, le había hecho el encargo a mi hermana de grabar esa misma transmisión en su casa, desde el canal Sony que la pasaba por cable, y pocos días después pudimos verlo como debe ser.

Sea como fuere, a pesar de la transmisión paila, de mis madrazos a la televisión nacional, de las palmaditas en la cabeza, de la ausencia de segunda canción... a pesar de todo la alegría fue inmensa, pues sucedió lo más improbable del mundo desde que Roger Waters, David Gilmour, Nick Mason y Richard Wright se montaron en la misma tarima en el Live8 en 2005. Tras 20 años, el mundo escuchó estas palabras:


¡Ladies and gentlemen: We are The Police, and we're back!

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